El centro social y deportivo, en otrora considerado como una perla de PDVSA en el Zulia, está desvalijado y abandonado. Las piscinas son criaderos de zancudos y la maleza ganó terreno.

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Una larga carretera sola, silenciosa y con huecos, que bordea la Refinería Bajo Grande, ubicada en el Municipio San Francisco, estado Zulia —considerada como una de las principales de Venezuela y hoy casi paralizada al igual que otras instalaciones petroleras en el país—, conduce al Centro Social y Deportivo Bajo Grande, conocido como el Club Bajo Grande.

Antiguamente, el Club Bajo Grande era considerado en el Zulia como una “perla” de Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), reconocida como una de las principales empresas petroleras del mundo, cuya fama actual recae en escándalos de corrupción, inoperatividad y derrames petroleros en ecosistemas como los del lago de Maracaibo.

En ese club, se presentaron agrupaciones musicales, se celebraron cumpleaños, planes vacacionales, aniversarios, reuniones y demás. Sus áreas de juegos de mesa como pool, canchas de voleibol, básquet, futbol, bolas criollas, piscina, bar, restaurant, escenario para bailes, bohíos y hasta un estadio de béisbol, eran escenarios de tertulias semanales.

Sus pisos brillaban y la música no faltaba.

Ahora, de la obra ejecutada por el arquitecto haitiano Marie Philippe Fortuney, formado en la Universidad del Zulia (LUZ) —de acuerdo con el Diccionario General del Zulia—, solo quedan restos.

Lugareños consultados para este trabajo, que pidieron el anonimato por temor a represalias, detallaron que a partir del año 2013, aproximadamente, comenzó el ocaso del club.

La mala gerencia del lugar, aseguran, fue el motivo. 

Los vigilantes que cuidaban las instalaciones desaparecieron paulatinamente, al igual que funcionarios militares.

Parte de la cerca perimetral del club ya no está. Los vidrios de las puertas y ventanas permanecen rotos en el piso y las matas con espinas, culebras y escombros amenazan a quienes se adentran a lo que eran sus lugares comunes y pasillos.

La maleza y el sonido de los pájaros son ahora protagonistas. Las canchas prácticamente desaparecieron en medio del monte y hurtaron todo el cableado y la iluminación. Los marcos de las puertas y ventanas también se las llevaron.

Fotos: Francisco Rincón

Lo que quedó “se lo llevó PDVSA”

Una fuente consultada, que prefirió mantener su nombre en el anonimato, comentó que presuntamente «se llevaron como 100 aires acondicionados, mesas de pool, cocinas de acero, neveras, frezzer y transformadores, en las propias camionetas de PDVSA».

Según afirma esta fuente cercana, «decían que iban a sustituir las cosas y nunca regresaban».

Parte de los techos están desmantelados, el piso de la cancha en malas condiciones, los postes en el suelo, las duchas y baños dañados; además, se llevaron tuberías y los tubos de varios bohíos y las dos piscinas (una para niños y otra para adultos), solo quedaron para criaderos de zancudos por el agua que se empoza cada vez que llueve.

Fotos: Francisco Rincón

En el estacionamiento crece monte, los letreros permanecen rotos o tirados en el suelo y la garita de vigilancia está desmantelada.

En la parte trasera del club, donde corrían los niños y hacían actividades educativas y de esparcimiento, los derrames de petróleo en el Lago de Maracaibo “matan” la poca vida del lugar.

Los recuerdos

En el escenario principal dejó de escucharse la música y en las mesas de los lugares comunes solo hay polvo. A lo interno, en las oficinas apenas quedan algunos archivos destruidos; y en el salón «San Lorenzo», indicios de lo que fue un bar.

De los restos que todavía se mantienen en pie, resalta el techo de madera del pasillo principal, el techo de la cancha de usos múltiples y una antena parabólica.

Aunque casi exclusivamente quienes disfrutaron de las instalaciones fueron los trabajadores de PDVSA y sus familiares, los vecinos extrañan el club y piden a las instituciones del Estado, al gobierno municipal, regional y al nacional, que recuperen los espacios y los pongan el servicio de la educación, del deporte y del entretenimiento colectivo.

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